domingo, 8 de julio de 2007

Cotillas

I was thinking about... the wonderful time I've had

La verdad es que lo he pasado bien. A pesar de los cambios de temperatura entre Budapest (36 ºC) y Praga (aproximadamente 15 con viento y lluvia), que han conseguido provocarme el primer catarro veraniego, ha sido una experiencia deliciosa.
Y he llegado a una conclusión: Viajamos porque somos cotillas por naturaleza. Simplemente.
Nos gusta mirar, curiosear e indagar en todo lo ajeno, comparar con lo propio y sacar conclusiones.
Nos gusta preguntar a los guías sobre su vida, meternos en sitios donde no debemos con la excusa de que no entendemos el idioma y todo ese tipo de cosas que nos atrevemos a hacer escudados tras un gran cartel que reza: "guiris".
Así que, generalmente, se nos perdona todo: si somos impertinentes es porque no conocemos las costumbres, si somos fisgones es porque no entendemos las indicaciones, si somos molestos es porque tenemos una cultura diferente.
Resumiendo: ser turista (con chubasquero cantoso y todo) mola.
Me ha encantado visitar esos dos países que tenemos encasillados bajo la etiqueta de "países del Este", considerándolos a todos como un bloque uniforme, y descubrir que cada pueblo tiene una personalidad propia (bien marcada) y una historia completamente diferente ( a excepción del último periodo bajo la influencia de los rusos).

Pero qué bien se está en casa.
Pudiendo dormir hasta las mil, sin tener visitas programadas desde las 8 de la mañana, con gente que te saluda en tu idioma y con los carteles del metro en español.
Es estupendo.
Aún así, todos los viajes te dejan con ganas de más.
Me encantaría volver tanto a Hungría como a la República Checa más tranquilamente. Pasar, por ejemplo, 15 días o un mes en cada uno, para poder empaparme de ambas culturas.
Este viaje ha sido, pues, un pequeño aperitivo al que espero que siga una buena comilona en la compañía de cualquiera de vosotros que se atreva a viajar conmigo!

2 comentarios:

culanas dijo...

La diferencia entre un turista y un viajero, es que el primero tiene billete de vuelta.

En fin, no por sentimiento patrio (el moño, las pestañas, las pupilas...), sino por entender a mis vecinos, prefiero tener mis destinos en las 52 provincias que componen España.

Sin ningún resquicio de fe hice el camino de Santiago. Es un buen comienzo, a mí me dejó muy buenos recuerdos; salvo que me dieron una Compostela de papel cutre (y no la de pergamino que se da a los creyentes) todo era compañerismo y buen rollo.

Me quedan bastantes provincias que ver, la verdad (no he pisado ni Castilla-León, ni Extremadura, ni...), poquito a poco.

Mei dijo...

Me alegro de que también seas viajero, aunque la verdad es que para mí es mucho más enriquecedor conocer otras culturas radicalmente diferentes que indagar en las pequeñas diferencias regionales que pueda haber dentro de mi país. Puede que contribuya a ello el hecho de que mis padres son de provincias muy diferentes entre las que he viajado constantemente.
Aún así, a pesar de no compartir tu opinión de que es mejor conocer el propio país antes de salir fuera, te deseo que lo pases genial en tus próximos viajes por la Península!