jueves, 28 de junio de 2007

De viaje

I was thinking about.... smells

Es curioso (y consolador) que hoy en día la gente tenga tanto interés en viajar. Los viajes son el único antídoto posible contra la cerrazón mental, el radicalismo y demás actitudes estúpidas.
Viajar se ha convertido en el pasatiempo favorito de la clase media y, gracias a esta saludable costumbre, puede que poco a poco vayamos entendiéndonos mejor y descubriendo que nuestro punto de vista y nuestra escala de valores no son los únicos válidos ni razonables.

De los viajes se guardan recuerdos imborrables, en su mayoría relacionados con vivencias personales más que con museos o monumentos.
De esos recuerdos uno de los más intensos son los olores: Alemania huele claramente distinta que Noruega que, por otra parte, huele de forma absolutamente distinta a las ciudades francesas.
Hay determinados olores que nos transportan en el tiempo, otros lo hacen en el espacio.
El olor del pan negro (ligeramente ácido) es indiscutiblemente alemán; el de la mantequilla, más pesado, es típicamente francés.
El algodón de azúcar pertenece a mi etapa entre los 5 y 8 años; el olor a hierba recién cortada es sinónimo de vacaciones de verano.

En el cerebro, la zona donde se almacenan los olores está muy cerca del sistema límbico, responsable de nuestras emociones y esencial en la retención de recuerdos. Es necesario que algo haga saltar tus emociones para que puedas recordarlo luego.
Por eso los olores son los mejores souvenirs que nos traemos cuando volvemos de un viaje. Recuerdos que dificilmente podremos capturar para luego compartir con nuestros familiares/amigos pero que permanecerán para siempre en un pequeño rinconcito de nuestra masa gris dispuestos a llevarnos de viaje con todos los gastos pagados a cualquier lugar en las coordenadas del eje espacio-tiempo.

Hace tiempo me hablaron de un hombre, ciego tras un accidente, que no había perdido su afición por los viajes a pesar de su lesión: seguía viajando a Inglaterra, Francia, Holanda a pesar de que no podía ver ninguno de sus monumentos más emblemáticos.
Podía, en cambio, hablar con la gente. Oler las ciudades.
¿Qué mejor forma de hacer turismo?

3 comentarios:

angeluxi dijo...

Hola!! Bueno, bueno...veo que tenemos muchas cosas en común: Héroes, Sabina, Carlos Siles...y además estuviste en mi graduación!!! :-p
Pues me temo que no conozco a tu amiga... Yo me gradué el domingo, creo que los de E-4 se graduaron antes, no? en la mía estábamos sólo los de Derecho y Políticas.

Un besino!!

PD: El cesped asesino no es compensable con unos cuantos saladitos... :-p No aceptaría menos que un par de cervezas...No sabes cómo tengo los pies desde entonces, las tiritas se han convertido en elemento decorativo-funcional fundamental de mis pies... :-p

Anónimo dijo...

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Mei dijo...

sí, angeluxi, los de E4 se graduaron el viernes, así que imagino que el césped por entonces estaría en mejores condiciones que cuando lo pisaste tú...
ánimo con esas tiritas, que seguro que creas moda!:D
besos!