miércoles, 3 de septiembre de 2008

En casa

i was thinking about... the summer

Y así, otra vez, como quien no quiere la cosa, se nos ha escapado el verano. Tanto tiempo deseándolo en la distancia, imaginando, recordando, para luego verlo desaparecer por la puerta de Septiembre tras lo que parece un brevísimo paréntesis de la vida normal. He escuchado hoy en la radio a Luis del Val diciendo que puede que el síndrome post-vacacional sea simplemente la constatación de que, una vez más, el paraíso perdido se nos ha escurrido entre los dedos. Puede ser. Lo que es indiscutible es que tiene algo de mágico. En mi caso, dada mi obligada afición a recorrer la península de arriba a abajo, ese algo mágico provoca que afloren en los distintos puntos del recorrido distintas facetas de mí que tengo adromecidas el resto del año. Baste con deciros que he llegado a sentirme integrada en Marbella.

Pero llega el final inevitable y la vuelta a Madrid te confronta con el yo blancuzco que habías olvidado. Te rebelas contra la rutina de una ciudad a la vez fascinante y agobiante que, sin apenas darte cuenta, te atrapa en su red de prisas nada más saludarte. Pero por otra parte, Madrid es casa. Y no en el sentido de hogar, sino en el sentido que tenía cuando nos subíamos a un banco en el parque jugando al pilla-pilla y gritábamos "¡Casa!" y nada podía pasarnos.
Aunque más que la ciudad en sí, lo que te ayuda a aterrizar sin traumas son las personas-casa, aquellos en cuya mirada te encuentras, por fin, después de tantas maletas y tan distintos disfraces.