jueves, 18 de octubre de 2007

Lefties

I was thinking about... fruitful collaborations.

Abro con este post una nueva sección en mi blog (la segunda en muy poco tiempo, junto con la de "ejercicios"). La he llamado "colaboraciones" porque, al contrario que la coautora del texto que váis a leer, no tengo ese puntito de chispa que hace falta para poner títulos divertidos a las etiquetas.
Así que aquí lo tenéis, mi primer post conjunto con una gran bloggera, fan también de Carlos Siles, a la que recomiendo siempre que tengo oportunidad. Su blog, para los que estéis interesados es http://www.angeluxi.blogspot.com. Echadle un vistazo porque os aseguro que os váis a echar unas risas...
En cuanto al tema de la entrada, no recuerdo muy bien cómo surgió la idea del post conjunto, pero sí el momento: era por la época en que yo me sentía como un producto de una tienda de tara barata ( por mis problemas de cojera y demás) y en un comentario a una entrada mía, Angeluxi me propuso escribir una entrada conjunta. Y aquí tenéis el resultado.
Aprovecho este post para ofreceros, a todos los que tengáis algo que decir/escribir, que me enviéis vuestras ideas para que esta colaboración sea la primera de muchas más ( y lo digo en serio, me encantaría!!).
Lo dicho, pues. ¡Que la disfrutéis!

Ahí estás tú. Tienes 14 años y los 10 euros de la paga en el bolsillo. Y la puerta del Lefties se abre tentadora ante tus ojos: ¿qué puede haber mejor que encontrar jerséis, zapatos y camisetas por menos de 5€? Aún te sobrará algo para el menú del Burger...
No has entrado nunca, claro, todo lo que sabes sobre esas maravillosas tiendas te lo han contado tus amigas más guays: Tienes que ir, te dicen, es una pasada, mira, yo este vestido me lo compré por dos euros y sólo tiene aquí un descosido, ¿ves? Y ni se nota.
Y tú en la puerta, con todas esas frases en la cabeza y piensas que aquella tienda debe ser el paraíso con el que siempre has soñado: aquel en el que tu paga sirve para comprar algo más que una bolsa de patatas y una entrada de cine...
Cuando entras, por fin, necesitas un momento para entender el orden dentro del caos: por todas partes se amontonan faldas con zapatos y sujetadores. Pero pronto empiezas a hacer lo que hacemos todos en ambientes desconocidos: sigues a la manada.
Así que revuelves en todos los montones, te pegas con quien haya que pegarse, y llegas a la cola de los probadores con un montón de ropa que apenas deja ver tus ojos llenos de avaricia.
Te pruebas camisetas, vestidos, cinturones, pantalones.. cosas que en otras circunstancias habrías pasado por alto, pero es que son tan baratas...
Te decides, por fin, por un par de prendas que más o menos cuadran con tu presupuesto (prescindiendo ya de la merienda en el Burger). Y entonces llega la conciencia: revisas la ropa por todas partes, porque algún fallo tiene que tener, si no no estaría en la tienda...
Pero no. Y entonces caes en la cuenta: la ropa que te estás comprando es la que nadie quiso en un primer momento, la que sobró de las tiendas porque no era suficientemente... ¿estilosa?¿moderna?
Total, que haces la cola de la caja dubitativa, pero al llegar ves que encima te regalan un brillo de labios, o una sombra de ojos (¿tóxica?¿pasada de moda?) y todas tus dudas desaparecen...
Pero también puede ser que seas de las desheredadas. Las parias del patio del recreo, que nunca encuentran nada, pero nada de nada, y al final tienen que terminar comprándose los pantalones en el Zara de niños, con ese espacio para el paquetillo, que evidencia claramente que además están diseñados para un chico.
Nada más entrar, ya percibes el tufillo a humanidad. No quieres ni pensar en cómo tienen que oler los probadores, con toda esa gente quitándose los zapatos. No estás en tu momento más tolerante respecto a las pequeñas miserias de la humanidad, precisamente.Además, sabes que no vas a encontrar nada y que, a la primera de cambio, claudicarás, volviendo a casa con la cabeza gacha, y teniendo que ir a clase al día siguiente con tus pantalones de tío.
Nada te queda bien. Toda la ropa es una "baba". Te marea la música machacona, la estridencia de los colores. A veces entrar en el Stradivarius o el Lefties es como entrar en el local bakala más chungo, o como poner un pie en la antesala del infierno.
Pero, ¿y cómo asumir la derrota?, ¿por qué otras sí y tú no? Debes de ser una impedida del mundillo de los saldos. Mientras que otras parece que tienen un radar para cosillas que dan el pego, tú no haces más que dar vueltas, sin rumbo, por la tienda, tropezando con la ropa tirada por el suelo, y maldiciendo la talla 36.
No, si al final va a resultar que estás hecha para vestirte con ropa de firma, no te fastidia...

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