martes, 18 de diciembre de 2007

Ejercicio nº11

"La experiencia más importante de mi vida" era el título del enunciado de esta semana... y me acabo de dar cuenta de que también es el último del curso. Así que ya podéis aplaudir, saltar y cantar de alegría: no volveréis a sufrir mis textos forzados nunca más (hasta que ahorre para el siguiente nivel...:D).

A lo que iba. Se trataba de hablar de la experiencia más importante de nuestra vida ( como se puede deducir claramente del título) pero, por razones obvias lo que vais a encontrar a continuación es una de las muchas experiencias importantes que he vivido.

Al encontrarme el enunciado, intenté encontrar LA experiencia, pero por suerte mi vida no consta de capítulos separados narrables en 30-35 líneas. Las vidas son un todo continuo y maravilloso en el que los momentos se ensartan con una delicadeza digna del mejor novelista. Pero tampoco se trataba aquí de hacer un resumen vital, con lo que lo que vais a leer narra un momento concreto que supuso un antes y un después en mi vida. Como tantos otros.

Espero que os guste.


Cuando llegué al callejón, ninguna de las puertas cerradas me daba la bienvenida. Era domingo, y puede que eso contribuyera a la sensación de abandono de la callecita, ya de por sí solitaria.
Llegaba con algo de retraso. Mi cita con Aurora era a las 4.30 y ya eran pasadas las cinco menos cuarto. Pero la calle no había sido fácil de encontrar, y llevaba dando vueltas un buen rato por aquel barrio tan desconocido, tan lejos del mío.
En aquel callejón no había nada que pareciera indicar que allí estaba el local de una asociación que trabajaba con personas con discapacidad intelectual.
Actividades de ocio y tiempo libre los domingos por la tarde, rezaba el anuncio que me había llamado la atención.
Pero nunca hubiera podido imaginar que esas pocas palabras fueran a cambiarme tanto.
Llegó por fin Aurora, acompañada de un hombre al que saludé cordialmente. Entramos en el pequeño local ( Club Noé, cómo iba yo a adivinar que ése era el nombre del sitio) y noté cómo el aire fresco del cuarto refrescaba mi cara.
Hablamos, pregunté, respondió.
Y a las cinco llegaron ellos.
Con sus sonrisas, su vocerío, sus ganas de conocerme, su inocencia.
Vi entonces que el hombre al que había saludado en un primer momento era también uno de los chicos discapacitados.
Y bailaron, y rieron y jugaron. Mientras yo lo observaba todo con la inseguridad propia del novato.
Y cuando volví a mi casa, cansada y feliz, supe que aquella tarde había sido sólo el principio de la historia más afortunada de mi vida.



P.D: Sólo por curiosidad: ¿alguno de vosotros se ha atrevido con la novela de Uhlman?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me imaginaba que escribirías sobre el voluntariado ;)
y con la mini novela no me he atrevido porque he estado súper liada con un trabajo, pero a ver si estas navidades cae

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que encontrar "la experiencia mas importante" es complicado, por no decir imposible. Ademas seria horrible saber que una vez que ha sucedido ya no va a haber nada igual! De hecho, dudo que las experiencias sean comparables: Cada una es unica a su manera...

He estado buscando la novela de Uhlman ya que no me vendria nada mal volver a leer un libro "normal" (sin formulas ni cosas raras). Espero poder leerlo en vacaciones: Tengo curiosidad por ver el final alternativo...