martes, 4 de diciembre de 2007

Ejercicio nº 9

El tema de esta semana en la Escuela era el miedo. De nuevo, el requisito principal era no utilizar la palabra miedo ni ninguno de sus sinónimos, sino intentar construir el efecto a través de las palabras. Os dejo aquí mi propuesta, aunque sé que ha quedado algo típica..
Un besote!


Agazapado en la trinchera, el soldado respira agitado. Tiene los músculos del cuello tan tensos que teme que se rompan si hace algún movimiento brusco. El casco es demasiado pesado para su cabeza de niño.
El mundo parece detenido en un ocaso eterno.
El chasquido seco de las armas al cargarse le sobresalta. Pronto empezará el ataque.
Mientras espera una orden que no llega nunca, el polvo del suelo se le pega en la garganta, acentuando la sensación estropajosa de la lengua.
Nadie sabe cuándo empezará la masacre, ni cuándo acabará.
Saben, sin embargo, que su carne blanda es blanco fácil. Y que ya no pueden hacer nada por evitarlo.

3 comentarios:

culanas dijo...

Hola, me gustan tus ejercicios (para hacerlos :D). Para el del ruido llegué tarde, este te lo pongo como comentario.
///
Era curioso observar a mi hermano cuando tenía una pesadilla. Era la misma de siempre: la Incha-Kandicha lo atrapaba, lo asfixiaba, no lo dejaba respirar.
Todos los niños lo sabían: simplemente, tenía que mover un dedo para zafarse, pero no podía. Le era imposible moverse, estaba paralizado. Sabía que yo estaba en la cama de al lado, que le hubiera bastado con gritar para que lo defendiera, pero tampoco lo conseguía; apenas lograba sollozar, y se preguntaba cómo era posible que la bruja kandincha no hiciera ningún ruido mientras lo estrangulaba. Cómo podía estar ahí, sin que nadie se hubiese dado cuenta.
No, su salvación dependía de él mismo. No era por crueldad que no lo despertara, aunque lo veía revolverse. Yo realmente creía que, si despertabas a alguien bruscamente, podías matarlo (algo que leí rápido e interpreté mal sobre los sonámbulos, supongo), y me dedicaba a observar.
Sabía que mi hermano lo estaba pasando mal, me había contado el sueño muchas veces. La imagen de la bruja, con la cara completamente quemada, los dientes afilados, y una fuerza sobrehumana. Cómo lo paralizaba, cómo conseguía que no pudiese hablar ni moverse apenas. Sólo un dedo. Y moviendo ese dedo, se salvaba.
Lo veía intentarlo con todas sus fuerzas: aunque en su sueño estaba parado, en la cama se revolvía, bañado en sudor. Aunque creía que nadie podía escuchar sus súplicas de socorro, en el silencio de la noche podía apreciar, perfectamente, su agonía, sus palabras sueltas de auxilio, sus sollozos.
Yo prefería no hacer nada, sabía que pronto se despertaría. La pesadilla era la misma de siempre, sus actos también: ya quedaba poco. En un hilillo de voz, mascullaba: ¡ah, ah! Y de repente, el grito:
¡AHHH!. Había conseguido despertarse. Me miró, perplejo, no se dió cuenta de que la luz ya estaba encendida, y buscó el interruptor, y lo pulsó dos veces: uno para apagar, y otro con un repentino "oh no" para volver a encender. Respiraba entrecortadamente, intentaba ubicarse: "este es mi cuarto, este es mi hermano, esta es mi cama. Nadie más hay, nadie puede dañarme". Miraba a todos lados: "nadie en los armarios, nadie bajo la cama, nadie tras la puerta". Finalmente, hablaba:
"Otra vez, la Incha-Kandicha".
"Lo sé, te he estado viendo".
"La próxima vez despiértame".
"Es peligroso".
"Pues espera a que me duerma para apagar la luz".
"Lo haré"
La Incha-Kandincha era solo un cuento para niños, una bruja que venía a estrangularte si dormías bocabajo. Seguramente, lo inventaron los padres o las abuelas, para evitar que sus hijos se ahogaran durante el sueño.
Aún hoy, mi hermano me llama de vez en cuando, y me lo cuenta: "ayer conseguí matar a la bruja otra vez".

culanas dijo...

Por cierto, la Incha-Kandincha es un demonio marroquí, en unas versiones es la que describo (un demonio femenino que te extrangula si duermes bocabajo, o bien si duermes con los brazos en cruz, o bien si duermes con las piernas cruzadas... depende de quien la cuente), y en otras es un perro que te hace una pregunta, y si le respondes se transforma y te mata (tienes que ignorar a cualquier perro que te hable). No sé cómo se escribe InchaKandicha, suena así, viene del árabe así que pongo la trasliteración; dudo que exista en el folclore oficial (en libros/enciclopedias/wikipedia) de marruecos, porque es rifeño y... bueno, no te explico nada más de politiqueos y demonios.
Quizá lo corrija luego, releyendo hay cosas que no me han gustado mucho. Besos.

Mei dijo...

me ha encantado tu historia, y me alegro de que te estén sirviendo los ejercicios para jugar un poco con el lenguaje!
me parece super interesante la historia de la Incha-Kandicha, no había oído nunca hablar de ella!!
pues ya que te has lanzado, atrévete a postear tus historias de vez en cuando! viene bien un soplo de aire fresco!
un beso!